Es la segunda cata solidaria que hacemos en Bodegas Castiblanque. En la primera cata, el dinero recaudado se destinó al apadrinamiento de Ángel Bastian, de Valparaiso (Chile). Hoy aquí la ventura va guiando nuestros pasos mejor de lo que acertamos a desear. Porque hacer de lo habitual lo extraordinario es algo más que un deseo. Nos hemos unido para que niños de Guayaquil (Ecuador) tengan lo más básico, que ahora no disponen, como un baño, electricidad, o paredes y suelo.
Nuestra visita es algo más que una visita, es un paseo por la belleza de este lugar unido al encanto de una familia como es Castiblanque, también en compañía de Mª José Campos.
Nos recibe Miguel Ángel Castiblanque. En sus ojos hay ilusión, pasión, la magia sale de sus palabras, de su corazón. Unos minutos junto a él es toda una vida en el mundo del vino. Sus palabras recalan en tu alma y dejan el poso del regusto por existir.
Situados en un lugar único, la cuidada decoración busca la comodidad y la armonía plástica del espacio, la iluminación, los colores, incluso la tecnología y la innovación.
Nos vamos dejando llevar por el encanto de una vieja bodega. Cada rincón guarda un secreto, una historia. Existen lugares con la capacidad de transportarte a otra época, a un tiempo no vivido, pero probablemente recreado en la imaginación. Miguel Ángel nos relata y consigue trasladarnos hasta los pilares principales de Castiblanque: “La Bodega del Montañés”, fundada en 1900. Caminamos y por una puertecita accedemos al patio de entrada. Aquí las puertas se abren de par en par para recibir al viajero amigo.
Nos hemos trasladado a los comienzos de esta bodega, al fondo se ve el Jaraiz, con copas en la mano estamos dispuestos a vivir sensaciones, catar diferentes vinos hijos de la tierra, del agua y del sol, manipulados sabiamente por manos cuidadosas, pensados por aquellos que han hecho que el vino sea un placer para todos los sentidos. Es una cata muy especial y por ello Miguel Ángel nos tenía la gran sorpresa de catar un Chardonnay en barrica y en depósito, por un momento fuimos enólogos, cada uno de nosotros hicimos nuestro propio coupage. Es un universo de aromas y sabores. La tradición ancestral, basada en la sencillez y el cariño, así como el trabajo bien hecho, son los pilares principales en los que se asienta esta familia.
Ya en la sala de barricas, se para el tiempo. En estos tiempos que vivimos, enganchados al móvil, al ordenador, a la televisión… aquí te enganchas a la vida, a los sueños, a las ilusiones de Daniel, Anaí, Alisson, Ángel, Sebastián y Marianella.
Hoy hemos compartido confidencias y secretos. Todos tenemos algo que contar y, entre risas y tragos, vamos descifrando el mensaje que queremos transmitir. El vino saca lo mejor de nosotros, nos hace compartir nuestras vidas, proyectos e ilusiones y nos enseña a escuchar. Hemos descubierto que todo lo vivido en Bodegas Castiblanque ha sido familiaridad, dedicación y tiempo. Conservan lo mejor de ellos mismos, con una larga historia a sus espaldas, pero con los ojos puestos en el porvenir.
Gracias Mª José por ser única, irrepetible y diferente.
Gracias a la familia Castiblanque por haber hecho esta mañana realidad.
Gracias a todos y cada uno de los que en esta bonita aventura habéis creído, vivido, compartido, llorado, emocionado y reído con nosotros. Gracias por hacer la vida más fácil a unos niños que nos necesitan.
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