Los tiempos están cambiando y es cierto que cada vez se analizan y se valoran más parámetros alrededor del vino, como procedencia, variedad, conservación, servicio, temperatura, copas… Nuestro objetivo es obtener la mayor satisfacción y conseguir toda la información posible de la botella de vino que vamos a catar o a compartir con amigos o familia. Por eso me parece oportuno e interesante aportar ideas y sugerencias que serán útiles a la hora de catar un vino.
Las preguntas más frecuentes de todo aficionado y profesional son: ¿cuándo, cómo, con qué y dónde? Yo os recomiendo tomarlo cuándo, cómo, con qué, dónde y a la temperatura que a uno le apetezca. Pero sí es cierto que tomarnos un
L’ame malbec 07 en vaso de plástico a 11ºC no se parece en nada a tomarlo en copa de cristal fino y a unos 16ºC. Os lo aseguro.
El mundo mágico del vino debemos acercarlo con naturalidad, transmitiendo sensaciones y aportando, con un lenguaje claro y preciso, las características del vino que se va a catar, sin dar una clase magistral. Y siempre es interesante tener unas reglas a seguir, aunque a veces nos las saltemos.
Veamos. Tenemos 3 fases a tener en cuenta: visual, olfativa y gustativa. Son nuestras herramientas más útiles. Hay que seguir la regla del 1, 2, 3 porque es útil y funciona.
Primero elegiremos un lugar sin olores, con mucha luz natural, amplio y en el que nos sintamos cómodos. Agua natural, copas de cristal adecuadas al vino que vamos a catar y, por supuesto, el vino en cuestión. Una vez preparados, abrimos nuestras mentes y... ¿comenzamos?
1. Nuestros ojos.Miraremos el vino con una luz natural y con un fondo blanco. Observaremos su color, su brillo, su superficie, su evolución, si tiene sedimentos (posos) o carbónico visible (pequeñas burbujas). Tendremos un primer acercamiento sencillo. Si un vino blanco joven (del año) tiene un color amarillo dorado, probablemente está decayendo. Un vino blanco joven debe descubrirse ante nuestros ojos con un amarillo brillante, cristalino con destellos verdosos.
Si un vino tinto crianza nos sorprende con unos colores tejas, tabaco y en los que no predomine un rojo intenso cereza... cuidado.
2. Nuestra nariz.Lo más importante es la ausencia de defectos en el vino; tenemos que encontrar intensidad, personalidad, calidad. Nos sorprenderá la crianza en madera, si la tiene, y cómo, de dónde procede. Descubriremos fruta, flores, vegetales. Los aromas serán limpios, puros. Y debemos hacerlos familiares, así conseguiremos que nuestra memoria los atrape.
3. Nuestra boca.Es el paso que más nos gusta, y no tratéis de engañarme. Saboreadlo, disfrutadlo, sentidlo. La primera impresión es la que cuenta (eso dicen) pero en el vino tenemos que guiarnos por la segunda. Su balanceo, su volumen, cómo se desenvuelve en nuestra boca. Buscamos características. Equilibrio entre sus componentes, alcohol, acidez... Maduración de sus taninos. El peso frutal, la crianza, su evolución. El recuerdo que nos deja, si es muy permanente o fugaz.
En una palabra:
Armonía. Armonía es lo que debe existir en los tres pasos de la cata de todo vino que se enorgullezca de serlo.