domingo, 10 de octubre de 2010

Bodega Altolandon: El vino lo hacemos en la uva



Uno de los lugares que queremos conocer desde antes incluso de empezar esta aventura es la Bodega Altolandon, en la provincia de Cuenca, y aunque no hemos podido aún realizar ese viaje, las ganas de conocer los comienzos, los proyectos y las ilusiones de esta bodega hacen que Rosalía Molina, su enóloga, nos visite a nosotros. Así, a través de las palabras de Rosalía nos preparamos para viajar. Sus ojos se iluminan cuando habla de su bodega, de sus vinos, de su familia, de la naturaleza en estado puro que rodea el lugar (malezas creciendo a su antojo), de la naturaleza intervenida por la mano del hombre (hileras de viñas que rodean su pequeña bodega) y de los sólidos bancales que abrazan agudas colinas. Estamos a 1.050 metros de altitud, en el paraje de Altolandon, un paraje de complicada armonía que lo dota de una especial belleza: la naturaleza aporta lo mejor de sí misma para dibujar con mano de artista.


Suele decirse que la elaboración de un vino es, en ocasiones, un arte. Y siempre hay personas que aportan lo mejor de sí mismos. Rosalía y Manuel han conseguido recrear su sueño en un hermoso paraje de 55 hectáreas que comienzan a plantar en el año 2000. Los comienzos fueron difíciles pero el horizonte escondía grandes sorpresas. Aquí se abre el alma, el peso del tiempo se percibe de manera constante cuando se recorre el viñedo. Este pedazo de tierra acumula sedimentos, tipos de tierra que proponen un constante viaje de ida y vuelta en el tiempo, un mirar atrás obligatorio para comprender toda la dimensión, toda la fuerza y sabiduría que encierran estos suelos.



Rosalía se encarga de la parte de enología pero también vendimia, elabora, vende y hasta pinta. Manuel es el encargado de la viticultura. Ambos aman su trabajo, cuidan cada variedad, miman la viña para que la acidez potencie los valores de la fruta, para que se expresen con nitidez sus ecos florales. Todo esto les supone un desafío que les obliga a pelear y a interpretar las diferentes condiciones climáticas en las que se desenvuelve la añada, variaciones que cada año les exigen adaptarse y crear nuevos recursos para responder a los inconvenientes que puedan surgir y tratar de estar siempre preparados.

Viajamos así, de una forma un tanto especial, hasta la cuna de un vino muy especial para nosotros: L'ame 2007. Un vino, 100% malbec, con espíritu viajero, con alma de trotamundos.

L'ame 2007 en Montañita, Ecuador


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